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María Merino

SROI: la inversión que busca el retorno social

SROI: la inversión que busca el retorno social 150 150 Weber

Las últimas proyecciones de población a largo plazo que nos ofrece el Instituto Nacional de Estadística, indican que para el año 2025 en torno a un cuarto de la población residente en España (22,6%) tendrá 65 años o más, y que para 2050 esta proporción alcanzará el 36,4%.

Como sabemos, el envejecimiento de la persona se asocia tanto a peor calidad de vida, cronicidad y dependencia, como a un mayor consumo de recursos, no sólo sanitarios sino también familiares y sociales. Sin embargo, los principios básicos de la economía no dan tregua: los recursos son limitados y la habilidad para distribuirlos para maximizar sus beneficios es la clave del éxito.

Durante la última crisis económica el gasto público en Sanidad se contrajo, a la vez que se incrementaron las desigualdades económicas asociadas a necesidades no cubiertas. Superada esa etapa asistimos a una lenta recuperación. Ahora bien, ¿es suficiente utilizar el gasto sanitario como única medida para valorar la calidad asistencial? Seguramente no.

Existen recursos dentro del Sistema Nacional de Salud que requieren inversiones grandes y otros que no tanto. En cualquier caso, las decisiones acerca de qué recursos implantar o qué estrategias seguir deberían estar siempre ligadas a un proceso racional, un mapa de impacto que muestre el camino de una inversión desde su planteamiento hasta su resultado en salud y que supere la imagen de una orquesta desacompasada en busca de director.

La metodología del Retorno Social de la Inversión, denominada SROI por sus siglas en inglés (Social Return On Investment), busca contribuir a esa toma de decisiones, integrando varios principios clave, entre los que me gustaría destacar tres.

Primero, la involucración de todos los stakeholders o grupos de interés. Esto implica la participación de los pacientes y sus familiares en la toma de decisiones y la puesta en común de sus preferencias, en ocasiones ausente. Segundo, la evaluación del impacto no sólo en términos tangibles, sino también intangibles. La frustración, el desconcierto, la ansiedad… suelen ser cargas invisibles que acompañan a pacientes y familiares en el proceso de una enfermedad. Atender estas necesidades no cubiertas debería ser tan importante como, por ejemplo, evitar una descompensación. Tercera y última, su transparencia y postura conservadora respecto a la imputación de la inversión y el retorno muestra una ratio final moderada.

En definitiva, el SROI se muestra como un método válido tanto para la evaluación como para la planificación de intervenciones sanitarias, detallando el proceso que sigue cada inversión hasta lograr el impacto perseguido y teniendo presente los costes invisibles de las patologías, mediante una toma de decisiones racional y holística.