Hablar de cáncer o cualquier otra patología que implique un riesgo de muerte no es nada fácil.
Afortunadamente, gracias a los extraordinarios avances en los tratamientos oncológicos, el cáncer ya no es sinónimo de muerte. El diagnóstico oportuno, la intervención quirúrgica y los tratamientos médicos indicados, son parte esencial para el éxito en la superación del cáncer o la mejora de la supervivencia y calidad de vida.
Precisamente, el cáncer de próstata es un claro ejemplo en la mejora de las tasas de supervivencia de los pacientes que lo padecen.
Dado que el cáncer de próstata se caracteriza por evolucionar de forma muy lenta, en una detección temprana y sin señales de que el cáncer se haya diseminado (metástasis) fuera de la próstata, la tasa de supervivencia (porcentaje de hombres que sobrevive una vez detectado el cáncer) es cercana al 100% a los 5 años y 98% a los 10 años, mientras que esta tasa desciende al 28% cuando se ha diseminado. Este pronóstico ha mejorado considerablemente en la última década (una mejora de aproximadamente 13 puntos porcentuales) gracias a la generalización del uso del test del PSA y la mejora en los tratamientos.
La supervivencia a 5 años del cáncer de próstata en España es superior a la media europea (84,7% vs. 83,47%) [1].
No obstante, el pronóstico clínico, así como la elección de las alternativas terapéuticas, dependerá de la extensión y grado histológico del tumor (cuán rápido está creciendo el cáncer y qué tan diferenciado se observa el tejido alrededor de la glándula), así como de la esperanza de vida y el estado de salud del paciente (comorbilidades).
Según lo comentado hasta ahora, estos beneficios que se traducen principalmente en mayor esperanza para los pacientes.
Sin embargo, y como una moneda, hay dos caras que afrontar. Por un lado, al igual que otros tipos de cáncer, el cáncer de próstata no solo afecta negativamente al estado de salud, sino que también merma la calidad de vida y bienestar de las personas afectadas, con importantes consecuencias físicas, psicológicas y sociales. El diagnóstico de la enfermedad suele ser un duro golpe emocional para el paciente y su familia. Aunque los pacientes pueden vivir durante décadas sin síntomas, la enfermedad y su tratamiento pueden ocasionar problemas físicos, como disfunción sexual, incontinencia urinaria o trastornos digestivos, además de trastornos de depresión y ansiedad.
Afortunadamente, existe una concienciación cada vez mayor acerca del hecho de que los tratamientos no solo deben ofrecer una eficacia clínica real (en síntomas, morbilidad y/o mortalidad), y ser seguros y eficientes, sino que también deben ser aceptables y deseables para los pacientes. Hoy en día cada vez son más los estudios que buscan identificar y medir los resultados percibidos por los pacientes (PRO por sus siglas en inglés) en función del estadio del tumor y el tipo de tratamiento aplicado.
Así, independientemente de la fase de la enfermedad, la calidad de vida relacionada con la salud de los pacientes resulta un elemento muy importante a la hora de decantarse por uno u otro tratamiento. El paciente debe ser informado de manera precisa sobre los beneficios y riesgos de cada opción, así como de los efectos adversos y posibles secuelas a lo largo de todo el proceso de la enfermedad, considerando sus preferencias en la toma de decisiones.
Por último, un importante reto que afrontar, es que dada la incidencia y morbimortalidad del cáncer de próstata, así como la edad de los pacientes que la padecen (principalmente mayores de 65 años), se espera que en el futuro, con el envejecimiento poblacional, su carga socioeconómica aumente sustancialmente en el sistema sanitario español y en la sociedad en general, debido al impacto que tiene la enfermedad sobre el entorno social/familiar y laboral del paciente, especialmente durante los doce meses posteriores al diagnóstico de la enfermedad.
Esta reflexión está inspirada en el Libro Blanco de la Carga Socioeconómica del Cáncer de Próstata en España, publicado por la Fundación Weber y que puede consultar haciendo clic en la imagen.
[1] Tasa relativa de supervivencia a 5 años (promedio de todas las edades) período 2000-2007. Angelis et al. (2014) y European Commission (2018).