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Arte y economía: el arte dramático y el capital humano por Indalecio Corugedo

Arte y economía: el arte dramático y el capital humano por Indalecio Corugedo 150 150 Weber

 

En 1961 T.W. Schultz escribe un artículo, Human Capital, que supone una auténtica revolución en la literatura económica. Una nueva forma de capital, el capital humano, forma parte como un nuevo factor en los procesos productivos. La educación es la actividad principal generadora de capital humano, idea formalizada por G. Becker en los años siguientes. La inversión en educación supone para los individuos una acumulación de capital humano (cultura), que se traduce en un incremento de la productividad, reflejada por unos salarios esperados futuros. En esta línea, al margen de otras muchas consideraciones, la educación y la cultura supondrían una parte esencial de los procesos de acumulación de capital, de crecimiento y de desarrollo.

Los economistas han buscado a lo largo de la historia una serie de instrumentos con el fin de desarrollar un cuerpo metodológico robusto capaz de atribuir a sus leyes y teorías un rango suficientemente científico. En numerosas ocasiones han comparado los términos ciencia y arte para delimitar con una cierta claridad ambas áreas. ¿La economía es una ciencia o un arte? se han preguntado con una cierta frecuencia. Tal es así que los títulos ofrecidos, por la enseñanza anglosajona principalmente, ofrecen alternativamente la etiqueta de in science o in arts para los estudios de economía en sus diferentes niveles. Cabría aquí señalar que la consideración de la economía como ciencia supone una serie de exigencias metodológicas diferentes a la consideración de la economía como arte.

Llegamos en este punto a una primera conclusión. El arte y la cultura forman parte de una inversión en capital humano, absolutamente necesaria, para el desarrollo económico, pero vayamos ahora más lejos. La actividad artística es muy variada, no vamos a entrar aquí ahora en su análisis. En el arte existe normalmente uno o varios creadores o uno o varios difusores del proceso. Desde un punto de vista estrictamente económico el arte puede suponer un consumo o una inversión. Su consumo generaría en los individuos una mejora directa en su bienestar, pero como inversión está dentro de lo que hemos definido como inversión en capital humano de tipo cultural.

Centrémonos finalmente en lo que se entiende por arte dramático o teatro. Se trata de una forma de comunicación o expresión artística que ha nacido y se ha desarrollado a lo largo de la historia paralelamente a los hechos individuales y sociales. Gracias al teatro hemos podido comprender mejor en muchas   ocasiones los diferentes hechos históricos, desde los desarrollados en las antiguas Grecia y Roma hasta los procesos políticos y sociales del último siglo XX. El teatro goza siempre de una gran vitalidad porque está enmarcado en la propia historia.

Posiblemente sea Federico García Lorca una de las personas que recientemente haya reflexionado con más lucidez sobre el arte teatral. Lo hace en una de sus obras más representativas y sin embargo menos representadas, El Público. Lorca hace una distinción entre dos tipos de teatro, el teatro al aire libre y el teatro bajo la arena. El primero trata de representar ante un público determinado un hecho artístico, que pretende provocar en el espectador un efecto positivo en su bienestar. El arte dramático estará jugando aquí básicamente un papel económico de tipo consuntivo, siempre muy apreciable, pero más puntual y de más corta duración. En el segundo, en el teatro bajo la arena, el espectador se convierte en participante del fenómeno teatral. Las consecuencias pueden ser más apreciables en el largo plazo. Esto quiere decir que un proceso teatral puede modificar ideas, generar otras nuevas, puede ser en definitiva un auténtico motor o sencillamente un vehículo eficaz de cambios políticos y sociales.

Esta breve reflexión sobre el teatro como inversión económica, como arte y como motor social podría dar lugar a otras muchas nuevas vías encadenadas de reflexión. Sin embargo aquí solo pretendo subrayar la imprescindible necesidad en momentos tan críticos como el actual de apostar por una política eficiente y equitativa de inversión pública teatral.


Indalecio Corugedo

Catedrático de Economía.
Director de Enebro Teatro.
Presidente del Consejo Asesor de la Fundación Weber.

Medicina integrativa: un modelo para el abordaje holístico del paciente oncológico

Medicina integrativa: un modelo para el abordaje holístico del paciente oncológico 150 150 Weber

Basado en el número 27 de la colección Oncovida, titulado “Medicina integrativa”, publicado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Como consecuencia de su enfermedad o como acontecimientos adversos de los tratamientos, los pacientes oncológicos a menudo sufren síntomas como náuseas y vómitos, fatiga, anemia o disminución del apetito, que afectan a su bienestar físico y mental. Para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos es importante conocer algunos cuidados complementarios que pueden ayudar a prevenir y tratar estas manifestaciones, de forma que el manejo del cáncer sea lo más llevadero posible.

En este contexto, surge la medicina integrativa, que combina la medicina convencional científico-tecnológica –medicina de la evidencia– con prácticas de medicinas complementarias, con el objetivo de aportar una atención y un tratamiento más completo a los pacientes. La medicina integrativa considera todos los aspectos del paciente: físicos, psicológicos y sociales.

Las terapias complementarias permiten el control sintomático y no deben reemplazar a los tratamientos convencionales, sino integrarse en el abordaje holístico del cáncer. Además, su uso no está exento de riesgos, y debe ser consultado a un médico previamente, para asegurar que no existen interacciones entre ellas ni con el tratamiento convencional.

Se estima que el 30-60% de los pacientes consulta a su médico sobre este tipo de terapias y que alrededor de un 25-30% de los pacientes en tratamiento oncológico utiliza alguna terapia complementaria y/o integrativa para paliar los síntomas producidos por el cáncer o los tratamientos. Actualmente, existe una amplia variedad de terapias alternativas, que se agrupan principalmente en: 1) plantas medicinales, 2) vitaminas, minerales y suplementos nutricionales y 3) otras terapias.

Las plantas medicinales -administradas por vía oral en forma de jarabes, comprimidos o infusiones o como lociones para uso tópico- permiten aliviar numerosos síntomas: náuseas y vómitos (hinojo, jengibre, manzanilla o melisa); fatiga (ginseng, onagra o avena); dermatitis y sequedad de la piel (aloe vera, rooibos o tomillo) y disminución del apetito o pérdida de peso (achicoria, alcachofera, alfalfa y laurel). Además, se pueden utilizar para contrarrestar los efectos de la anemia (alfalfa, cola de caballo, perejil o equinácea) y la prevención de infecciones (arándanos, rooibos y tomillo).

Los suplementos nutricionales y el aporte de vitaminas y minerales previenen o corrigen una posible malnutrición o déficit nutricional, disminuyen los efectos secundarios de los tratamientos oncológicos y pueden mejorar la respuesta a dichos tratamientos.

Las otras terapias incluyen a su vez sistemas integrales o completos (homeopatía, acupuntura), prácticas de manipulación (osteopatía, reflexología, aromaterapia), técnicas de la mente y el cuerpo (yoga, meditación, musicoterapia) y técnicas sobre la base de la energía (terapia biomagnética, reiki, qi-gong).

Cabe destacar que sólo algunas terapias complementarias han demostrado su eficacia en situaciones clínicas concretas aplicando métodos científicos. Sin embargo, esta falta de información no se debe considerar un sinónimo de ineficacia, ya que muchos pacientes refieren cierta mejoría de los síntomas o de su calidad de vida, al aplicar estas terapias complementarias (1).

De hecho, en los últimos años, se ha observado un uso creciente de la medicina integrativa en todo el mundo. En este sentido, la Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa (SESMI) y la Sociedad Europea de Medicina Integrativa (ESIM) han organizado el 12º Congreso de Medicina Integrativa, que ha tenido lugar en Barcelona, del 13 al 15 de septiembre. Este encuentro de profesionales de la salud, tanto de la medicina convencional, como del campo de las terapias complementarias, permitirá intercambiar conocimientos y experiencias, con el objetivo de mejorar el manejo terapéutico global de los pacientes.

En definitiva, la medicina integrativa constituye un modelo beneficioso para el abordaje holístico del cáncer, que incide en los aspectos físicos, psicológicos y sociales de los pacientes oncológicos, y que puede mejorar su respuesta a los tratamientos convencionales y su calidad de vida.

1 Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Nota resumen informe terapias naturales. 2011. https://www.mscbs.gob.es/novedades/docs/analisisSituacionTNatu.pdf

 

 

 

E-senior chronics como cohorte para la estratificación de pacientes por necesidades y competencias tecnológicas por Modesto Martínez Pillado

E-senior chronics como cohorte para la estratificación de pacientes por necesidades y competencias tecnológicas por Modesto Martínez Pillado 150 150 Weber

El objetivo de este post es abrir un espacio de reflexión sobre cuál es la situación actual de la atención asistencial a los pacientes crónicos senior (llamados aquí e-senior chronics)(1).  Estos pacientes y su patología crónica, suponen a la vez una “amenaza” pero también una oportunidad para la sostenibilidad de los sistemas de salud. Por ello, la Comisión Europea, ha llevado a cabo el programa CHRODIS-PLUS, para identificar las mejores prácticas trasnacionales que reduzcan la carga de las enfermedades crónicas(2).

La tecnología puede ser un instrumento de ayuda a la mejora de esa atención y, por tanto, de apoyo a la sostenibilidad del sistema. Así lo indica un reciente informe(3) sobre el uso de la tecnología en España en personas entre 65 y 77 años, que pone de manifiesto un cambio en los estereotipos en ese estrato de población con mayor prevalencia de enfermedades crónicas.

Además, estas tecnologías de la información y sus instrumentos se están aplicando en salud, construyendo lo que ya llamamos salud digital (e-Health). La e-Health está suponiendo una herramienta de intervención y mejora de las competencias en salud de los pacientes.

Por todo ello, es necesario abordar un cambio de paradigma, pues los pacientes “Senior”, conforman actualmente un colectivo de pacientes formados e informados, y demandan no sólo la atención presencial, sino también otro tipo de atención a través de las tecnologías de la información (TIC).

Basándonos en esta evidencia de que existe un estrato de población mayor con unas competencias nuevas, en especial, en relación con la tecnología, retornemos a la pregunta ¿sabemos cuál es la tipología de los pacientes a los que estamos atendiendo?

La respuesta es que ya existen iniciativas en este sentido, por ejemplo, ciertos modelos colaborativos de mejora de la calidad (QICs)[i], donde se implican profesionales asistenciales, directivos sanitarios, expertos en calidad y otras áreas. Es el caso del proyecto The Altantic Healthcare Collaboration for Innovation and Improvement in Chronic Disease (AHC)[ii] realizado en Canadá.

Este programa, desarrollado durante 3 años, ha reunido a 17 autoridades sanitarias regionales de 4 provincias atlánticas. Con el apoyo del CFHI, se llevaron a cabo 11 proyectos de mejora, que fueron liderados por equipos multidisciplinares (médicos, gerentes de AP, etc.) que brindaron mejoras reales para las personas que viven con enfermedades mentales, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y multimorbilidad.

En otro orden de cosas, se encuentran los modelos de atención a la cronicidad, éstos han sido alimentados por la perspectiva de la estratificación poblacional, que es “una herramienta que permite identificar y/o agrupar pacientes con mayor riesgo de empeorar o de padecer un nuevo problema de salud, que requieran una atención más intensa y mayores recursos de salud en el futuro[iii]”. Dada la situación actual, deberíamos plantear como opción, la estratificación de la población por las expectativas de interacción con el sistema sanitario, es decir, realizar la estratificación en función de su necesidad de cuidados.

Este tipo, quizás singular, de segmentación de pacientes crónicos [iv] permitiría  predecir la posible evolución de dichos pacientes y su tratamiento en términos de calidad, utilización de servicios y costes.

De esta manera, gestionaríamos la atención sanitaria o simplemente la mejora de la salud de forma amplia, a partir de las expectativas de los usuarios y de su potencial necesidad de cuidados, permitiríamos establecer modelos predictivos de comportamientos y organizar la atención y su atención, no sería solo la interacción con el equipo de Atención Primaria, sino que pasaría por identificar cuándo es necesaria la “prescripción” de “medicamentos digitales”.

Es hacia este modelo, más personalizado, hacia el que deberíamos dirigir los esfuerzos de atención, si queremos, finalmente, poder seguir ofreciendo una atención sanitaria sostenible y de calidad.

 

[i] Verma JY, Denis JL, Samis S, Champagne F, O’Neil M A Collaborative Approach to a Chronic Care Problem. Healthc Pap. 2016;15 Spec No:19-38..

[ii] http://www.cfhi-fcass.ca/sf-docs/default-source/collaborations/CFHI-Atlantic-Brochure-E.pdf?sfvrsn=4

[iii] https://ec.europa.eu/eip/ageing/sites/eipaha/files/results_attachments/estratificacion_del_riesgo.pdf

[iv] http://www.iic.uam.es/soluciones/salud/servicio-segmentacion-de-cronicos/

 

1 Martínez-Pillado, M., Said-Criado, I., Regueiro Martínez,A., Cano Rodríguez, I. E-young chronics y e-seniro chronics como nuevos modelos para la atención a la cronicidad. 2018;33(3):119-120.

2 CHRODIS – Joint Action on Cronic Diseases. 2018 (Consultado 15 Jun 2019).Disponible en: http: //chrodis.eu/

3 Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Estrategia para el abordaje de la cronicidad en el Sistema Nacional de Salud. 2018. Disponible en: https://www.mscbs.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/ESTRATEGIA_ABORDAJE_CRONICIDAD.pdf

 

3 Claves para entender un SROI en artritis reumatoide

3 Claves para entender un SROI en artritis reumatoide 150 150 Weber

Infografía SROI-AR Artritis Reumatoide.

 

Esta infografía es un extracto del proyecto SROI-AR: impacto clínico, asistencial, económico y social del abordaje ideal de la artritis reumatoide en comparación con el abordaje actual. Un trabajo elaborado por Weber, en colaboración con ConArtritis y promovido por Lilly.

Precios multi-indicación: ¿útil o retórica? por Jorge Mestre Ferrándiz

Precios multi-indicación: ¿útil o retórica? por Jorge Mestre Ferrándiz 150 150 Weber

El otro día, escuché en una presentación de una buena amiga y colega de la profesión (¡con la que no siempre estoy de acuerdo!) que el tema de “multi-indication pricing” (MIP – precio multi-indicación) estaba “de moda”, pero que realmente no era ni interesante ni útil para determinar precios de los medicamentos (parafraseando). Yo sigo pensando que el MIP es “una” solución, pero ciertamente no “la única”. ¿Pero es una solución a qué problema(s)? Desde mi punto de vista, hay cada vez más medicamentos que son utilizados para diversas indicaciones y/o subpoblaciones dentro de una misma indicación, con diferente “valor añadido” (medido de diversas medidas, pero no es el tema de este blog). Sí existen estas diferencias, y queremos un sistema donde los precios reflejen valor, los precios deberían ser, por lo tanto, diferentes por indicación – básicamente, una discriminación de precios de tercer grado donde el vendedor obtiene todo el excedente del productor. Sin embargo, en la práctica, suele existir “un” precio para cada medicamento, con una tendencia a la baja a medida que se van autorizando nuevas indicaciones, por lo que el precio “medio” se va reduciendo, independientemente del valor añadido. Los precios (bueno, mejor dicho, “el precio”), en este caso, se ajustan por impacto presupuestario, y no por valor.

El segundo problema,  es que un único precio para varias indicaciones puede dar la “señal” equivocada a la industria, y por consiguiente nos dejemos por el camino indicaciones que socialmente hubiera sido mejor desarrollar.

En el mundo ideal, tendríamos una primera indicación con el mayor “valor” posible, y por lo tanto con un precio mayor que las futuras indicaciones, que tendrían menor valor. Con esta situación, un precio medio que fuera bajando (como así observamos en la práctica) tendría racional económico porque el valor “marginal” es menor. Sin embargo, en la realidad, el orden de lanzamiento de nuevas indicaciones no suele seguir este curso, con nuevas indicaciones ofreciendo mayor y menor valor añadido que las anteriores. Por lo tanto, un precio medio ponderado (por volumen) no reflejaría estas diferencias. Una opción que podría resultar atractiva es ponderar por “valor”, y al menos el precio medio sí estaría reflejando mejor las diferencias. Otra opción que también se ha observado en la práctica es ofrecer diferentes descuentos en función de la indicación, sobre ese precio “medio”.

¿Y por qué creo que el MIP es una solución a estos problemas? En nuestro reciente artículo sobre el tema (véase aquí), identificamos nueve “objetivos” de la regulación de precios de medicamentos, analizando cuán útil podría ser el MIP para alcanzar esos objetivos. Sin haber realizado una comparación exhaustiva entre el MIP y otras alternativas, se podría argumentar que el MIP por lo no menos no lo hace “tan mal” como posiblemente otras políticas de precios relativamente arbitrarias y donde el precio no va a reflejar el “valor” necesariamente.

¿Y por qué no se utiliza el MIP más a menudo? Desde mi punto de vista, existen (al menos) dos barreras. En primer lugar, se requieren sistemas de información que permita la monitorización del paciente de manera regular, recogiendo evidencia en resultados en salud (por indicación), para así poder modular el pago en función de esos resultados. Un problema radica en que los profesionales sanitarios no tienen tiempo (literal) para introducir los datos necesarios para hacer el MIP (u otros sistemas de financiación basados en resultados) posible; de hecho, ya existen bases de datos con información necesaria y relevante, pero no suficiente, en cuanto a “resultados en salud”. Si el MIP requiere dedicarle más tiempo a la introducción de los datos en los sistemas de información, algo que es probable si no se incorpora en la rutina, esto siempre será un obstáculo (importante). La segunda barrera es más “ideológica”; es decir, aún existe mucha reticencia a considerar el MIP, porque conceptualmente no se cree ni necesario ni útil, y se percibe más como un obstáculo. Yo creo, sin embargo, que si la experiencia actual con sistemas de financiación que se podrían considerar MIP es positiva, esto podría provocar efecto rebote – ¡que no estaría mal!

Y por acabar, es importante recordar que el MIP es una herramienta útil para determinar los precios relativos de un medicamento para múltiples indicaciones (con valores diferentes). Sin embargo, el MIP por sí solo no ofrecerá la «solución» a lo que debería ser el precio absoluto – pero donde “anclar” ese precio es otra historia.

Weber agradece a Jorge Mestre Ferrándiz la autoría desinteresada de este entrada del blog de weber.

El Análisis de Decisión Multi-Criterio: ¿aquí para quedarse?

El Análisis de Decisión Multi-Criterio: ¿aquí para quedarse? 150 150 Weber

Cualquier gestor suele lamentarse de lo difícil que es tomar decisiones con unas demandas que superan con creces al presupuesto finito del que dispone. Para hacer frente a esta disyuntiva de la mejor manera posible, los decisores sanitarios se interesan cada vez más por herramientas metodológicas que les ayuden a decidir.

Una de estas herramientas es la evaluación económica, que permite relativizar los costes y beneficios adicionales en salud que supondría incorporar una determinada intervención sanitaria respecto a la alternativa de no hacerlo. La evaluación económica es una de las técnicas más empleadas, pero hay voces que reclaman que esta relación coste-efectividad no siempre es suficiente para tomar decisiones, ya que no tiene en cuenta elementos que pueden ser relevantes para la sociedad.

En la práctica, para comercializar o dar acceso a un nuevo medicamento, los decisores ponen en la balanza otros aspectos más allá de la relación coste-efectividad, como la severidad de la enfermedad, la disponibilidad de alternativas terapéuticas, el grado de innovación, la calidad de la evidencia, el coste por paciente o el impacto presupuestario. El problema es que normalmente lo hacen de una manera intuitiva e implícita, sin revelar los criterios concretos contemplados, ni la importancia que dan a cada uno de ellos.

En este contexto, el Análisis de Decisión Multi-Criterio (ADMC) surge como una herramienta metodológica que ayuda a poner en blanco sobre negro qué elementos se están considerando realmente y cuál es su peso exacto sobre la decisión. Metodológicamente, hay distintas formas de abordar un ADMC, y su complejidad depende de hasta donde queramos llegar en capacitación, tiempo, esfuerzo y recursos.

El ADMC no es nuevo. Surgió hace décadas para tomar decisiones en sectores como el transporte, la energía o la defensa. En el ámbito sanitario, los modelos más sencillos se vienen aplicando desde 2005 para priorizar intervenciones, evaluar el valor relativo de fármacos concretos o mejorar el proceso de toma de decisiones. Publicaciones más recientes se han dedicado a teorizar sobre el enfoque o método más adecuado, siendo las enfermedades raras uno de los espectros de mayor interés.

El ADMC se aplica en diversos países y regiones para apoyar la toma de decisiones sanitarias. Distintos organismos con responsabilidad en el establecimiento de prioridades y en la asignación de recursos han planteado explícitamente su uso, como es el caso de Colombia, Bélgica o Lombardía.

En España, algunos hospitales, como el Virgen de la Macarena de Sevilla, han empleado el ADMC en el seno de sus comisiones farmacoterapéuticas para entender el motivo de sus decisiones y detallar los criterios considerados al realizar la evaluación, que no siempre quedaban claros. A nivel regional, el ADMC se usó en Cataluña para comprobar que los procedimientos y criterios principales de las decisiones no diferían mucho de los de un potencial ADMC realizado formalmente. Por su parte, algunas compañías farmacéuticas han realizado aplicaciones prácticas del ADMC en sus productos, adjuntando los resultados al dossier de valor necesario para su comercialización.

El ADMC cuenta con defensores y detractores. Entre sus puntos fuertes cabe señalar que, al obligar a explicitar los criterios, ponderaciones y puntuaciones, esta metodología divide el problema en piezas manejables y ayuda a ordenar las ideas de los decisores, aportando una mayor transparencia y rendición de cuentas al proceso. Además, si se formula a través de comités multidisciplinares, permite integrar la opinión de los distintos perfiles. Los decisores que han usado esta herramienta la consideran útil para estructurar y notificar la información, incluyendo las consideraciones éticas, ofreciendo un entorno deliberativo estandarizado que sirve para identificar áreas de mejora en la toma de decisiones.

En la otra cara de la moneda, hay que ser conscientes de que no son pocas las limitaciones con las que cuenta el ADMC. Entre ellas, cabe citar el riesgo de doble contabilización de algunos criterios, la omisión de otros, como el coste de oportunidad, la subjetividad inherente al grupo que realiza la evaluación, el potencial uso sesgado de la herramienta, la falta de comparabilidad entre distintos ejercicios o la difícil generalización de los resultados.

En conclusión, el ADMC es una metodología en auge en el ámbito sanitario que puede servir de apoyo a la toma de decisiones, ayudando a tener más información y a contemplar la intervención desde otro punto de vista. En todo caso, no debe perderse de vista que el ADMC no debe sustituir a la toma de decisión, ni ser la única herramienta metodológica empleada en el proceso, sino que debería usarse como un instrumento más de apoyo que complemente a la evaluación económica.

¿El ADMC habrá llegado para quedarse? En mi opinión, nos encontramos todavía en una etapa incipiente, donde para tener éxito a largo plazo muchos de los modelos empleados requieren de una mayor sofisticación técnica y grado de validación, y depender menos de la discrecionalidad y subjetividad de cada comité creado ad hoc. Para ello, sería necesario el trabajo conjunto y el consenso entre todos los agentes involucrados, implicando en mayor medida a las administraciones públicas y sociedades científicas. Un buen ejemplo de ello puede encontrarse en el ámbito oncológico, donde se han creado distintas escalas multi-criterio para medir el valor de las innovaciones, y que podrían servir como punto de partida para evaluar de una manera más homogénea los medicamentos en general.

Invito a aquéllos lectores con interés en profundizar en el ADMC aplicado en el ámbito sanitario a revisar el libro publicado recientemente por la Fundación Weber

 

 

5 claves del acceso de los medicamentos huérfanos en España

5 claves del acceso de los medicamentos huérfanos en España 150 150 Weber

Esta infografía es un extracto del número 4 de la revista NewsRARE dedicado al acceso a los medicamentos huérfanos.

 

Cáncer de próstata: Una mirada más allá de los beneficios clínicos de su tratamiento

Cáncer de próstata: Una mirada más allá de los beneficios clínicos de su tratamiento 150 150 Weber

Hablar de cáncer o cualquier otra patología que implique un riesgo de muerte no es nada fácil.

Afortunadamente, gracias a los extraordinarios avances en los tratamientos oncológicos, el cáncer ya no es sinónimo de muerte. El diagnóstico oportuno, la intervención quirúrgica y los tratamientos médicos indicados, son parte esencial para el éxito en la superación del cáncer o la mejora de la supervivencia y calidad de vida.

Precisamente, el cáncer de próstata es un claro ejemplo en la mejora de las tasas de supervivencia de los pacientes que lo padecen.

Dado que el cáncer de próstata se caracteriza por evolucionar de forma muy lenta, en una detección temprana y sin señales de que el cáncer se haya diseminado (metástasis) fuera de la próstata, la tasa de supervivencia (porcentaje de hombres que sobrevive una vez detectado el cáncer) es cercana al 100% a los 5 años y 98% a los 10 años, mientras que esta tasa desciende al 28% cuando se ha diseminado. Este pronóstico ha mejorado considerablemente en la última década (una mejora de aproximadamente 13 puntos porcentuales) gracias a la generalización del uso del test del PSA y la mejora en los tratamientos.

La supervivencia a 5 años del cáncer de próstata en España es superior a la media europea (84,7% vs. 83,47%) [1].

No obstante, el pronóstico clínico, así como la elección de las alternativas terapéuticas, dependerá de la extensión y grado histológico del tumor (cuán rápido está creciendo el cáncer y qué tan diferenciado se observa el tejido alrededor de la glándula), así como de la esperanza de vida y el estado de salud del paciente (comorbilidades).

Según lo comentado hasta ahora, estos beneficios que se traducen principalmente en mayor esperanza para los pacientes.

Sin embargo, y como una moneda, hay dos caras que afrontar. Por un lado, al igual que otros tipos de cáncer, el cáncer de próstata no solo afecta negativamente al estado de salud, sino que también merma la calidad de vida y bienestar de las personas afectadas, con importantes consecuencias físicas, psicológicas y sociales. El diagnóstico de la enfermedad suele ser un duro golpe emocional para el paciente y su familia. Aunque los pacientes pueden vivir durante décadas sin síntomas, la enfermedad y su tratamiento pueden ocasionar problemas físicos, como disfunción sexual, incontinencia urinaria o trastornos digestivos, además de trastornos de depresión y ansiedad.

Afortunadamente, existe una concienciación cada vez mayor acerca del hecho de que los tratamientos no solo deben ofrecer una eficacia clínica real (en síntomas, morbilidad y/o mortalidad), y ser seguros y eficientes, sino que también deben ser aceptables y deseables para los pacientes. Hoy en día cada vez son más los estudios que buscan identificar y medir los resultados percibidos por los pacientes (PRO por sus siglas en inglés) en función del estadio del tumor y el tipo de tratamiento aplicado.

Así, independientemente de la fase de la enfermedad, la calidad de vida relacionada con la salud de los pacientes resulta un elemento muy importante a la hora de decantarse por uno u otro tratamiento. El paciente debe ser informado de manera precisa sobre los beneficios y riesgos de cada opción, así como de los efectos adversos y posibles secuelas a lo largo de todo el proceso de la enfermedad, considerando sus preferencias en la toma de decisiones.

Por último, un importante reto que afrontar, es que dada la incidencia y morbimortalidad del cáncer de próstata, así como la edad de los pacientes que la padecen (principalmente mayores de 65 años), se espera que en el futuro, con el envejecimiento poblacional, su carga socioeconómica aumente sustancialmente en el sistema sanitario español y en la sociedad en general, debido al impacto que tiene la enfermedad sobre el entorno social/familiar y laboral del paciente, especialmente durante los doce meses posteriores al diagnóstico de la enfermedad.

Esta reflexión está inspirada en el Libro Blanco de la Carga Socioeconómica del Cáncer de Próstata en España, publicado por la Fundación Weber y que puede consultar haciendo clic en la imagen.

[1] Tasa relativa de supervivencia a 5 años (promedio de todas las edades) período 2000-2007. Angelis et al. (2014) y European Commission (2018).

 

El desafío de los Medicamentos Huérfanos para nuestro SNS

El desafío de los Medicamentos Huérfanos para nuestro SNS 150 150 Weber

Un tema siempre espinoso es el proceso de precio y reembolso de los Medicamentos Huérfanos (MMHH) en España y cuál es el acceso. Tal como demuestran diversos estudios recientes, los precios de los MMHH en España no difieren sustancialmente de los de la UE-5 (Unión Europea) , existiendo una clara relación inversa entre el precio del medicamento y la prevalencia de la enfermedad. Del mismo modo, a nivel agregado, el impacto presupuestario de los MMHH sigue siendo relativamente moderado en términos globales, aunque presenta una tendencia creciente en los últimos años. Por otro lado, los tiempos de autorización, comercialización y obtención de precio y reembolso se han reducido muy significativamente en España desde el año 2012.

Las actuales políticas sobre Enfermedades Raras (EERR)se encuentran en una disyuntiva que no acaba de satisfacer a ninguna de las partes. Por un lado, los decisores se enfrentan al dilema de guiarse por criterios de eficiencia o facilitar el acceso a medicamentos esenciales a pacientes en peligro sin alternativas. Por otro lado, las empresas se lamentan de que, a pesar de recibir incentivos públicos para desarrollar un nuevo fármaco, el reembolso del producto resultante no siempre es aprobado. Finalmente, los pacientes se quejan de sufrir restricciones de acceso a un tratamiento, que en realidad existe.

Cómo decidir la financiación pública de los MMHH es un tema que también divide a la comunidad científica. Así, los decisores deben tratar de buscar un equilibrio entre las necesidades individuales de los pacientes y la asignación óptima de recursos. Por lo tanto, la evaluación económica estándar es una herramienta más que el gestor debe tener en cuenta en el proceso de toma de decisiones sobre MMHH, pero no la única. Debe plantearse qué otros criterios considerar para conciliar la sostenibilidad del sistema sanitario con las preferencias de la sociedad, teniendo en cuenta otros posibles criterios, tales como su efectividad relativa, su grado de innovación, su necesidad médica o su viabilidad económica de una manera individualizada, además de otros posibles aspectos como la igualdad, la equidad y la solidaridad. Para apoyar esta toma de decisiones, se han planteado la articulación de una serie de procesos de decisión multi-criterio que plasmen las preferencias sociales.

Algunas voces alertan de que el actual sistema de financiación pública de los MMHH es insatisfactorio para la industria, injusto para los pacientes e ineficiente para la sociedad en su conjunto, porque está incentivando a las empresas a desarrollarlos pero el posterior acceso a los mismos está limitado por restricciones presupuestarias. Se supone que los decisores sanitarios deberían realizar recomendaciones basadas en la evidencia que sean racionales, transparentes y predecibles, pero también socialmente responsables y que la sociedad considere legítimas y compatibles con sus restricciones económicas, morales, sociales, legales y políticas.

Se han publicado distintas propuestas de articulación del proceso de reembolso de los medicamentos huérfanos, muchas de ellas combinando un enfoque deliberativo con uno algorítmico que pondere los distintos criterios a considerar. También se han puesto en marcha otro tipo de iniciativas, como por ejemplo la publicación de una guía metodológica de evaluación económica aplicada a los medicamentos huérfanos en España, que plantea la utilización de criterios adicionales al de eficiencia. En cualquier caso, sería deseable profundizar en la investigación sobre las preferencias sociales existentes en el ámbito de los medicamentos huérfanos en España, en línea con algunos ejercicios empíricos realizados en otros países.

 

Cáncer y detección precoz: una herramienta cargada de futuro

Cáncer y detección precoz: una herramienta cargada de futuro 150 150 Weber

El cáncer: un asunto de salud pública mundial

Hablar de cáncer hoy en día, es hablar de un importante desafío de salud pública no sólo en España, sino también a nivel mundial. Hoy en día el cáncer es la principal causa de muerte. Las previsiones indican que esta tendencia se irá agravando cada año, dado que la incidencia se incrementa paulatinamente. Las estimaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud son impactantes y prevén que en 2035 habrá 19 millones de nuevos casos de cáncer y cerca de 11 millones de muertes por esta causa.

Enfocándonos en España, más de 200.000 habitantes han sido diagnosticados de cáncer en el último año, incluso la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM),  advierte de que en 2015 los nuevos casos de cáncer ya superaron las estimaciones realizadas para 2020. Por todo ello, el Sistema Nacional de Salud (SNS) español, necesita afrontar de manera óptima este problema de salud que constituye la tercera causa de ingreso hospitalario (más de 3,5 millones en 2015) y, a su vez, genera un gran consumo de recursos sanitarios y económicos.

Más allá del impacto económico, el cáncer supone también un sustancial impacto para la sociedad, generando una importante carga física, psicológica y emocional para los pacientes y sus familias, siendo, generalmente los familiares, quienes invierten una ingente cantidad de horas de cuidados denominados ‘informales’, teniendo que ausentarse frecuentemente de su trabajo e incluso teniendo que dejar de trabajar.

La detección precoz como herramienta de prevención.

Por ello la pregunta clave sería: ¿se podría reducir la incidencia del cáncer? En primer lugar, como bien se sabe, es imprescindible reducir o mejorar ciertos hábitos de vida, como el tabaquismo, el sedentarismo o la alimentación poco saludable, lo que reduciría la incidencia de esta enfermedad. Pero quizás, la parte más importante en el abordaje de esta patología, es la detección precoz, que resulta ser una herramienta de prevención muy efectiva. Revisiones regulares y sistemáticas pueden detectar la enfermedad de forma temprana, reduciendo significativamente la mortalidad por cáncer y mejorando la calidad de vida de los pacientes.

En 2003, el Consejo de la Unión Europea (UE) había emitido una serie de recomendaciones en las que se establecían los principios de las mejores prácticas en la detección temprana del cáncer, que instaban a todos los países de la UE a implementar programas nacionales de cribado poblacional para el cáncer de mama, cervical y colorrectal.  En nuestro país se han seguido estas recomendaciones y actualmente se realizan de forma sistemática cribados en cáncer de mama, colorrectal, cérvix, próstata y pulmón, todas ellas, intervenciones que han demostrado ser eficientes en las poblaciones adecuadas.

Si hablamos de cifras de prevalencia del cáncer en España, los tipos más frecuentes son: cáncer de mama (104.405), cáncer de próstata (101.781), cáncer colorrectal (89.635), cáncer de vejiga (46.936) y cáncer de pulmón (27.347). No obstante, no deberíamos olvidar otro tipo de cánceres como el cáncer de hígado, páncreas u ovario que, a pesar de ser menos prevalentes, suponen una importante carga económica tanto para el Sistema Nacional de Salud como para la sociedad en su conjunto. Razón de peso para seguir avanzando en la lucha contra el cáncer, ampliando los programas de detección precoz a más tipos de cánceres.

Por ejemplo, en un estudio recientemente publicado por Weber,  The OvarCost Study,  se observa que el cáncer de ovario puede suponer una carga económica de más de 3.000 millones de euros en 10 años, representado el 24,3% los cuidados informales. El coste promedio se incrementa desde los 8.641 € por paciente al año en el estadio I a los 42.547€ en el estadio IV. Lo que hace pensar que, incluso en cánceres menos prevalentes, la inversión en mejores técnicas de diagnóstico precoz podría suponer una reducción sustancial de la carga económica, al evitar costes de estadios avanzados y aumentar la supervivencia libre de progresión y la calidad de vida de las pacientes.

España está en el camino correcto para reducir el riesgo del cáncer y conseguir un Sistema Nacional de Salud más eficiente. Es necesario seguir promoviendo los hábitos saludables y la prevención con medidas de salud coste-efectivas que permitan identificar nuevos casos de cáncer en las primeras etapas de desarrollo. Por ello, sería deseable que los economistas de la salud continuasemos desarrollando evaluaciones económicas con miras más amplias.